Mi historia con Dios
Desde siempre, Dios ha estado ahí, aunque al principio no me daba cuenta. No crecí con una fe ciega ni con respuestas claras a todo, pero con el tiempo fui entendiendo que su presencia no depende de lo que yo sienta, sino de lo que Él es.
Recuerdo que de niño me hablaban de Dios, pero para mí era solo una idea lejana, como alguien que existía en los cuentos o en los sermones de la iglesia. Lo veía como una figura inalcanzable, casi como un juez que miraba desde lo alto, esperando a que hiciera algo malo. No entendía su amor ni su paciencia, solo la parte de las reglas y los castigos.
Conforme fui creciendo, la vida me puso pruebas que no supe cómo manejar. Hubo momentos en los que me sentí solo, confundido y hasta enojado con Dios. Me preguntaba por qué permitía ciertas cosas, por qué no intervenía cuando más lo necesitaba. Pero con el tiempo aprendí que muchas veces Él está actuando en silencio, esperando que yo abra los ojos.
Uno de los momentos clave en mi historia con Dios fue cuando me di cuenta de que no tenía que "ganarme" su amor. Durante años pensé que tenía que ser perfecto, que si fallaba, Él se alejaría de mí. Pero entendí que Dios no ama de manera condicional, su amor es constante, incluso cuando yo tropiezo. Fue ahí cuando mi relación con Él dejó de ser solo religión y se convirtió en algo real, en algo que se siente en lo más profundo del corazón.
No voy a decir que desde entonces todo ha sido fácil, porque no es así. Todavía tengo días en los que dudo, en los que me cuesta confiar, en los que quiero respuestas inmediatas. Pero ahora sé que Dios no me ha abandonado, que sigue obrando incluso cuando no lo veo. Aprendí a dejar de buscar pruebas ya empezar a reconocerlo en los pequeños detalles: en una palabra de aliento, en una oportunidad inesperada, en la paz que llega sin explicación.
Hoy puedo decir que mi historia con Dios sigue escribiéndose. No es perfecta, ni lineal, ni siempre clara, pero es real. Y aunque a veces me aleje, siempre encuentro el camino de vuelta, porque sé que Él nunca se ha ido
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